La absurda muerte de Thiago Correa debe interpelarnos y hacernos reflexionar

Por ALBERTO ESNAOLA (Abogado y dirigente político)
El presidente de la República ha nominado como su candidato para encabezar la lista de diputados nacionales en la Provincia a José Luis Espert, quien repite como lema de campaña cárcel o bala, simplificando la solución a un problema como es la seguridad.
La absurda muerte de Thiago Correa debe interpelarnos como conjunto, y a la dirigencia política llamarla a la reflexión. En ese caso se aplicó sin reparos la teoría de Espert, no hubo cárcel, pero sí hubo bala. Y muchas.
Quien murió fue un chico de siete años que, subido a los hombros de su padre, se encontraba a 200 metros del hecho.
Los protagonistas de los sucesos robaron una mochila y un teléfono a una mujer que estaba con su hijo de 21 años en la parada de colectivo. Todos vivían en una barriada pobre y fragmentada socialmente: los presuntos delincuentes y su vecino de sólo 21 años, un miembro de la Policía Federal. Pobres contra pobres.
Por supuesto que no se puede considerar como iguales a quienes toman decisiones de vidas tan antagónicas, no es lo mismo vivir bajo el imperio de la ley como pretendía el joven policía, que vivir en contra de la ley. Sin embargo, quien finalmente terminó con la vida de Thiago fue el joven policía inexperto de 21 años, que no era un asesino hasta hace unos días.-
Hoy el fiscal de la causa solicitó el cambio de caratula, Homicidio con dolo eventual un tecnicismo, pero con una pena de 8 a 25 años.-
¿Qué resolvieron los 11 disparos de su arma? Dos muertos, un herido grave y uno más prófugo. ¿Después de esto Buenos Aires es más segura?. ¿Que dirá Espert, el candidato del Presidente? ¿Faltaron balas?
Sí sabemos que la mnistra de Seguridad raudamente acusó y responsabilizó por la muerte del chiquito a quienes salieron a robar, pero nada dijo de cómo se prepara a alguien que asustado y con un arma que el Estado le dio para defender a todos, termina acusado de homicidio cuando no hizo mas que hacerle caso al discurso oficial.-
Ya lo dice el proverbio “Quien se casa con los vientos de época, que se prepare para divorciarse pronto”.-
Nuestra sociedad no puede pasar sin solución de continuidad de la despenalización zafaroniana recalcitrante, al punitivismo tribal.
Ambas posturas son dogmas cuyo objetivo es someter a la otra posición, desconociendo de una u otra forma las razones que llevan a nuestra sociedad al dilema actual y de esa forma anular el debate necesario.-
Pobreza no es equiparable a delito, pero la desigualdad evidente y cristalizada desde hace más de dos décadas sí.-
El enfrentamiento de pobres contra pobres terminó en la ejecución por la espalda de presunto delincuente (sin condena judicial no hay delito) y la muerte de un menor que tuvo la mala suerte de recibir el cariño de un padre que lo subió amorosamente a sus hombros.-
Con cárcel o bala no vamos a solucionar los problemas reales de la seguridad.. Es sólo un lema demagógico de campaña. La solución no es mágica y eso es lo primero de lo que tenemos que convencernos. –
Sí es solución, una sociedad que disminuya la desigualdad, que brinde educación pública de calidad, acceso a la salud, a un trabajo digno y una vivienda promoviendo una movilidad social ascendente, viviendo bajo el amparo de la ley, castigando por igual a todos los ciudadanos que la rompan, los que esperan detenidos desde hace años sin condena en condiciones deplorables por ser pobres y los que cómodamente apuestan desde la Recoleta a que la Corte no resuelva nunca.