Por DAMIAN UNIBASO (dirigente político UCR)
El hecho que Macri y Milei hayan podido ser presidentes encuentran dos particularidades como denominador común: 1. el “anti” y 2. la modificación de la Constitución en 1994, con la inclusión del balotaje. De lo contrario, en 2015 hubiera sido presidente Scioli y no Macri, así como en 2023 hubiera sido presidente Massa y no Milei.
El balotaje induce a “votar contra” y, como todo contra, termina convirtiendo al victimario en víctima de su acción hacia otro. Alguien dijo alguna vez (Alain Rouquié, autor del libro El siglo de Perón): “El mejor peronismo es el peronismo perseguido” porque “el mejor invento del peronismo fue el antiperonismo”. Lastimosamente, la Argentina se ve entrampada en este vicio y, con tal de que no gane quien ha demostrado mal gobernarnos, no se elige la mejor opción sino a quien represente más lo opuesto. Y al no elegir la mejor opción, se termina cumpliendo aquella ironía de: “No es que nosotros seamos buenos sino que los otros son peores”.
Creo que la crisis que atraviesan los partidos no solo dan cuenta del fracaso de los políticos, es también el fracaso de la sociedad civil, de los medios de comunicación y de los principales actores económicos y culturales del país. Por eso, el falso y repetido slogan de “casta”, es el rechazo a nosotros mismos, una actitud autodestructiva que nos infligimos en momentos de enojo como el niño que, en estado de rabieta, rompe su propio juguete.
Hacer que no vuelvan, no resulta de votar en contra, sino dejar de pensar reactivamente, superando la circular antinomia.
El gran desafío que debe interpelar nuestra militancia, es avanzar en un proyecto alternativo, que sea faro de civismo, que invite a enrolarnos en un proceso virtuoso que evite las grietas y las supere, que respete nuestra república, nuestro federalismo, nuestro estado de Derecho (el valor de ser alternativa).
Sabemos que el proceso será largo, difícil, sinuoso muchas veces con trampas internas y externas, pero la coherencia llevará a la contundencia de quienes abracemos ese valor del que hablé anteriormente, dejar de ser “anti”, para ofrecer a nuestra ciudadanía una senda de progreso y desarrollo alternativo.
Debemos hacer el esfuerzo de reunirnos quienes creamos en la construcción transversal y superadora de las estériles grietas, con vocación de servicio, posponiendo cualquier proyecto personal en pos del colectivo que genere diálogo sincero y constructivo, ese que requiere la sociedad.
