Afirmó Federico Andahazi, autor de la novela “Las huellas del mal», en la que el protagonista es Juan Vucetich
“En Quequén se cambió la historia de la criminaliística”, afirmó Federico Andahazi, autor de la novela “Las huellas del mal”, que recrea las investigaciones realizadas en torno a un doble homicidio cometido en 1892 en estas playas, en las que por primera vez se utilizó el método creado por Juan Vucetich , que se conocería como dactiloscopía, imponiéndose posteriormente en el mundo entero.
Andahazi, psicólogo y novelista, habló sobre su reciente novela en el programa “El Ciudadano”, emitido por el canal Somos Necochea-Mar de Plata (ex TSN), cuyo contenido puede verse ahora en Youutbe.
Entrevistado por el periodista Hugo Möller, Andahazi reivindicó la labor de Vucetich, a quien generalmente sólo se asocia con la policía, teniendo en cuenta que lleva su nombre la escuela en la que se forma a los agentes de esa fuerza provincial de seguridad. El novelista rescata su labor científica.
“Nuestro Sherlock Holmes existió de verdad y fue Juan Vucetich, quien desarrolló su técnica y la aplicó por primera vez en Quequén. Ese fue el caso que estableció el estándar. A partir de allí cambió la historia universal”, afirmó Andahazi vía Zoom desde su departamento en el barrio porteño de Belgrano.
Autor de novelas como “El anatomista”, “El conquistador”, “Las piadoras” y “El libro de los amores prohibidos”, así como obras de no ficción tales como “La historia sexual de los argentinos” en tres sucesivos libros, Andahazi escribió ahora “Las huellas del mal”. Se trata de una novela basada en un caso real, a la que él describe como “una historia policial, histórica, psicológica y de espionaje”.
ORIGEN DE LA NOVELA
“Son curiosos los caminos que conducen a un escritor a encontrarse con sus historias y sus personajes”, reflexionó Andahazi, de 59 años, al responder sobre el origen de esta novelela. Fue un encuentro en Croacia.
Hace más de 20 años llegó a Croacia a presentar una de sus primeras novelas. Su editor en aquel país hipotecó su casa para comprar los derechos y publicar la obra. “Vamos a tener que vender muchos libros”, le advirtió.
Ambos recorrieron Croacia promocionando el ibro, incluyendo presentaciones en Zagreb (la capital), Karolvac y Pula (“la ciudad más linda del mundo”, según Andahazi).
Fue en Pula donde, caminando por una plaza ubicada frente al puerto, que observó un busto de alguien que le resultó familiar. Era Iván Vucetic. Traducido: Juan Vucetich. Consultó a su editor, quien le reveló que en ese país tienen dos orgullos: la corbata ( “croata”) y la datiloscopía (por Vucetch). Ello originó una gentil discusión “Le dije que se quedara tranquilo con la corbate, pero que la datiloscopía es nuestra, porque Vucetich desarrolló sus investigaciones en Argentina”, reveló.
Aquella discusión de Andahazi con su ediors se zanjó con la promesa del escritor de reflejar esto último a través de una novela. Ese fue el germen de la misma.
“Ello me condujo inmediatamente a Quequén-Necochea, que es el escenario de la novela, que transcurre íntegramente allí: un lugar maravilloso. Un lugar de carácter literario muy fuerte. Además, en aquella época… me parecía el escenario ideal para montar la novela. Pero, además, la misma está basada en un hecho real: es un doble homicidio. Dos chiquitos fueron encontrados muertos en una casa. Vucetich, en aquella época, tenía muy desarrollado lo que iba a ser luego su método (la datisloscopía), que después se convalidó en todo el mundo”.
El caso real que mencionó Andahazi es el de Francisca Rojas. Fueron sus dos hijos, de cuatro y seis años, los que fueron degollados. La mujer fue condenada en 1892 en Necochea. Fue la primera personas en el mundo en la que se usó la detección de huellas dactilares.
“En aquel entonces, para variar, la Argentina estaba pasando por una crisis política importante. Gobernaba Carlos Pellegrini, quien sostuvo que si Vucetich tenía razón en sus investigaciones, eso iba a resolver un caso de esa dimensión posicionar a la Argentina en la vanguardia de la investigación científica criminológica, En consecuencia, lo manda en secreto a Necochea para investigar esos crímenes”, siguió relatando Andahazi.
VUCETICH EN QUEQUEN
El novelista añadió que según el periodismo Vucetich nunca estuvo por estas playas, sino que envió a un colaborador. “Eso no es cierto. Después de investigar mucho establecí la hipótesis literaria de que Vucetich viajó a Quequén-Necochea , que él personalmente resolvió el hecho”, aseguró.
“Lo que pasa –contnuó- es que viajó en misión secreta. ¿Por qué? Porque en ese momento había una carrera por ver quién establecía el estándar de la identificación humana. Tenías en Francia a (Alphonse) Berillon, en Inglaterra a (Francis) Galton, y en Estados Unidos a una corriente muy importante. También en Italia había científicos muy importantes con los que Vucetich se carteaba. Pero el sistema datiloscópico que estaba desarrollando Vucetich era realmente bueno”.
Andahazi agregó que por esa razón llegaban a B uenos Aires espías de Inlagerra, Francia y Estados Unidos. “Por eso, para alejarlo de la mirada pública a Vucetich, Pellegrini lo manda a a Quequén, que era un lugar lejano. Podemos decir que en aquel entonces era más lejano aún. En aquel año (1892) llegaba el tren a Necochea. De hecho, Vucetich viajó en el primer tren de prueba que arribó a Necochea”.
Continuando con la historia de aquella investigación, Andahazi indicó que Vucetich no fue bienvenido por las autoridades policiales. “Era un lugar portuario, donde había negocios clandestinos, juego, trata de blancas prostitución y una cantidad de crímenes, para variar, como sucedía en todo el país, asociados a la dirigencia política. Querían que se fuera lo antes posible. Declaran culpable a un pobre tipo que en apariencia no tenía nada que ver. Lo cierto es que nuestro Sherlock Holmes existió de verdad y fue Juan Vucetich, quien desarolló su técnica y la aplicó por primera vez en Quequén. Ese fue el estándar. A partir de allí cambió la historia universal”.
Andadhazi volvió a destacar que “en Necochea-Quequén se cambió la historia de la criminalística”, señalando que a partir de la datiloscopía promovida por Vucetich “cambió la historia de la literatura, porque ya los crímenes iban a ser disfintos. Era la época de oro de la novela y el cuento policial. Pero, además, iba a cambiar la forma de matar: los asesinos tenían que ser mucho más cuidadosos a partir de allí”