La historia de superación de “Pepito” Gómez

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Por segunda vez le trasplantaron un riñón. “Donar órganos es donar vida”, recalcó

 

A los 55 años, José “Pepito” Gómez fue trasplantando por segunda vez en su vida  de un riñón, que le comenzó a fallar a mediados de la década del 80. Esta segunda operación se hizo el 20 de octubre pasado.

La primera vez que entró al quirófano por este motivo, según recordó en el aire de Voces de la Ciudad, fue cuando su propia madre le donó su órgano, en 1989. Por aquel entonces se hizo diálisis en Tandil, porque aún no había especialistas en nefrología en Necochea.

“Pepito”, nacido en Mendoza al igual que su hermano, el periodista Jorge Gómez, se radicó desde muy pequeño en Necochea junto a su familia.

Ambos hermanos hablaron sobre esta historia de superación en el programa radical que se emite por la FM Vinio103.5 MHz, donde “Pepito” aprovechó la oportunidad para tratar de crear conciencia: “La donación de órganos es clave, es muy importante. Uno ha escuchado tantas historias que puede escribir un libro. La gente tiene que tomar un poco de dimensión, porque cree que nunca le va a pasar nada hasta que le pasa, o a alguien cercano”, expresó.

“Con la tecnología de hoy, que es increíble, donar es dar vida”, confió, y volvió a pedir: “El que pueda que done, por el bien de todos”,. Puso énfasis en la importancia del apoyo familiar:   “Eso es clave, porque hay que estar muy preparado psicológicamente, porque hay veces que te llaman y sale mal o se atranca, no es fácil estar ahí”, testificó en cuanto a las listas de espera y las cirugías.
SEGUNDO TRASPLANTE

Sobre ese punto, se acordó de su primer riñón heredado, que funcionó durante largos 27 años. Después, pasaron otros cinco o seis de nuevas diálisis hasta que a las 22 del último 19 de octubre recibió la llamada tan ansiada del INCUCAI, cuando ya se había acostado para levantarse temprano para ir al “pique”.

“Veníte ya” le dijeron, se subió a un remísse y sobre el mediodía del 20 de octubre entró al quirófano de la clínica Nephrology, en el barrio porteño de  Recoleta. “Ya me habían llamado dos veces y no salió, una viajé y me hicieron volver en pleno viaje”. Pero esta vez fue distinto.  “A las tres de la tarde ya estaba afuera, estuve 18 horas en terapia porque enseguida arrancó el riñón, que estuvo una semana andando muy bien y después tuvo diez días de estabilidad, porque hubo un pequeño rechazo a una medicación que no lo dejaba funcionar tranquilo, y cuando encontraron el motivo los doctores ya arrancó”.

Mientras continúa tratando de “hacerse amigo” de su nuevo órgano, José sigue viajando cada semana a hacerse los controles pertinentes, después de haber hecho una recuperación ambulatoria en Buenos Aires que lo tuvo casi todos los días en el sanatorio.

“El alta médica es a medias, una vez que los resultados empiezan a andar bien y uno se siente mejor se van espaciando los controles, es una ‘prueba y error’, porque te ponen en tu organismo un riñón de otra persona”, agrega, con sus felices 55 años, mientras espera que su voz sirva para motivar a más personas a realizar este acto de amor que, nada más ni nada menos, salva vidas.

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