Quequén, ciudad de trabajo y potente desarrollo

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 En 2024 se cumplen 45 años del traspaso al distrito de Necochea

Por JORGE GOMEZ (colaboración)

En pocas horas se estará cumpliendo el 170° aniversario del primer pedido de fundación que, con el paso del tiempo y en la presente etapa democrática, el día 3 de agosto se convirtió en la fecha de cumpleaños de la ciudad de Quequén.

Es este mismo ejercicio 2024 en el que se están recordando los 45 años del traspaso al distrito de Necochea -unilateral e inconsulto, en pleno desarrollo de la última dictadura militar- de lo que hoy se conoce como la planta urbana quequenense de 1979, dejando su pertenencia al partido de Lobería.

La ciudad de Quequén dejó hace tiempo el sello de ser sólo una localidad más del interior bonaerense. Tiene rango de “ciudad” dispuesto por la Legislatura, y un presente en el que tienen residencia permanente casi 40.000 personas.

El cumpleaños de la vecina ciudad provoca e invita a muchos a mirar el pasado, pero de seguro a tantos más a cotejar y proyectar el futuro.

De aquella Quequén catalogada como el refugio de albergue de burdeles, y por ende de llevar adelante el ilegal ejercicio de la prostitución, hoy exhibe una actualidad que se sustenta en la multiplicidad de trabajos y de labores esencialmente relacionadas a la fortísima potencialidad que exhibe Puerto Quequén, cuya dimensión para algunos entendidos “está aún en pañales”.

Es la colecta de testimonios que se escuchan en las charlas de hombres y mujeres de negocios que apuntalan y ratifican su confianza en la fortaleza y la pujanza de nuestra estación marítima.

Y no estamos refiriéndonos sólo a residentes con alta pertenencia con dicha ciudad sino a inversores que son de razonar largamente con sus asesores económicos y financieros del lugar donde llevar a cabo emprendimientos millonarios en dólares.

“TODO POR HACERSE”

“Aunque no lo crean, está todo por hacerse”, añaden otras voces que están prestas a poner dinero, pero mucho dinero, sobre la mesa para invertir en la operatoria portuaria y por ende en Quequén, cuya extensión como ciudad pareciera no tener límites, cosa que volcada en los planos de ingenieros y arquitectos que nace -como para tomar dimensión- desde la ribera lindante al Puente Taraborelli hasta arribar a Costa Bonita, en una franja de río-mar que, curioseando desde el cielo, semeja una postal que emociona por su belleza y provoca, paralelamente, a ese núcleo de inversores.

Un ex titular del Consorcio portuario, sobre el final de una cena llevada a cabo hace hace años atrás, en una madrugada de verano, preguntó a los ocasionales comensales -entre ellos quien escribe estas líneas- lo siguiente: ¿Ustedes se imaginan a Necochea y Quequén sin la actividad portuaria, sin esos miles de puestos de trabajo directos e indirectos que brinda el puerto? A ver, respondan”, provocó riéndose, cerrándole la boca a varios que terminamos con la cabeza gacha.

Quequén es hoy sinónimo de trabajo -se reitera-, de faenas que no se detienen, con miles de camiones que llegan anualmente para beneficio de una ciudad como Quequén que también tiene sus plazas públicas, sus espacios verdes, su hospital público, su puerto, sus playas, y sus veteranos y fanáticos residentes a los que se han sumado otros nuevos, apasionados de querer proyectar sus vidas privadas y familiares en este rincón bonaerense.

Carente de planificación y de un orden urbanístico que viene desde aquel silente traspaso de hace 45 años atrás, la planta urbana de Quequén se fue conformando como unidad de convivencia entre quienes residen en forma permanente junto a las empresas -grandes, medianas y pequeñas- que son la realidad de este nuevo aniversario.

¿Existe a consecuencia de esta coexistencia conflictos e intereses contrapuestos entre la vida residencial y la incesante actividad de las empresas? Sí, y se pueden señalar por aquí al detalle, pero el transcurrir del tiempo pareciera que ha aliviado ese nivel de tensiones. Nada que no tenga rodaje cotidiano.

¿Es posible concebir que somos, necochenses y quequenenses, o quequenenses y necochenses -para no herir susceptibilidades-, dos parcialidades, dos bandos enemistados que ni quieren verse las caras?

No. Somos comunidades hermanadas a consecuencia de un maravilloso capricho de una naturaleza que nos dice que estamos situados en la desembocadura del Río Quequén grande con la firmeza de que sí es cierto que Quequén está de cumpleaños, pero liada de aquí a la eternidad a la ciudad de Necochea. Ambas, con sus más y sus menos, deambulan hacia un maravilloso y constructivo destino.

PROMESAS INCUMPLIDAS

En la víspera del nuevo aniversario de la ciudad de Quequén se puede afirmar que se necesitan servicios e infinidad de hechos y requerimientos que se apilan de seguro de a decenas, por no decir de a cientos, consecuencia de lastres y de asignaturas que alguna vez salieron de la boca de quienes asumieron compromisos que nunca se cumplieron.

Dios y la Patria esperan se los demanden alguna vez, con caras conocidas que deberían pedir alguna vez perdón, arrodillados ante una vecindad que pidió, se le prometió y no se le cumplió.

El concepto de “núcleo urbano” que erizó y malquista el sentimiento de los respetuosos peticionantes de la autonomía para Quequén tiene su razón de ser.

El requerimiento de autogestión institucional tiene presencia en determinadas y muy puntuales épocas, pero está a la vista que no encuentra canales de satisfacción.

La tolerancia no sólo es exclusiva de estos vecinos quequenenses que hace décadas, con caras diferentes, solicitan una medida institucional de este tenor, sino que la actual conformación política distrital de la Provincia de Buenos Aires urge de un considerable y preponderante cambio.

La vigencia de las reglas que impone la Constitución bonaerense y la Ley Orgánica que organiza a las Municipalidades pareciera suplicar una reforma que contemple intereses no tan sólo para ciudades del tenor de Quequén, sino del muchas veces olvidado interior provincial.

¿Cómo puede ser que un intendente, un grupo de concejales o de consejeros escolares, electos por los ciudadanos tengan menos incidencia que un secretario o un subsecretario bonaerense, designado por un simple texto de decreto, con un presupuesto y un sostén político que hace que aquellos estén en la primera línea de contención social y estos últimos ni sus nombres propios se conocen?

ANHELOS DE VIEJA DATA

Y aunque el escepticismo y la decepción son moneda corriente, soldada por inamovibles piezas que nadie parece querer tocar, tarde o temprano Quequén, empujada por su hermana Necochea, no debe dejar de soñar por el recupero del servicio de trenes, la construcción de un nuevo y reforzado puente que una las riberas lindantes al área portuaria, la convocatoria y la ansiada concreción de la planta de repotenciación de energía eléctrica -hiper indispensable para cualquiera que quiera radicarse en torno a negocios portuarios, por ejemplo-, el riguroso estudio y logro de financiación para mitigar la evidente erosión costera que pone en riesgo las playas, el montaje de lo que se aguarda sea un polo o parque industrial -con beneficios para quienes se asienten en este lugar-, el requerimiento de fondos extraordinarios para la construcción de la esperada planta de tratamiento de efluentes cloacales, la edificación de escuelas primarias y de nivel medio, y la reparación de las rutas que nos unen con la región conocida como Mar y Sierras que nos circunda. Anhelos y ambiciones que vienen del tiempo y que seguirán en la consideración de esta laboriosa comunidad.

¿Quequén, en su cumpleaños número 170, puede ilusionarse con esas metas y con otras como ser aquel proyecto del fallecido Gastón Guarracino, deseoso de que la conexión entre Miramar y nuestras ciudades produzca sobre la misma costa, con una ruta interbalnearia hasta tocar la frontera con la importantísima ciudad de Bahía Blanca, pasando por los márgenes marítimos de San Cayetano y Tres Arroyos, por citar los más cercanos a nuestros corazones?

Y ahí está para ser pavimentada alguna vez la calificada como la columna vertebral de Quequén: la calle 531 (ya para muchos la avenida 531), que nace imaginariamente en la ribera ribereña y termina en la playa vecina, cruzando toda la ciudad.

El feliz cumpleaños incluye en primer lugar a las familias, a esos grupos de vecinos, ciudadanos laboriosos que se convierten en colaboradores en áreas como los deportes -clubes símbolos de la historia deportiva local y regional-, la cultura, la salud, la educación y como reciente eslabón la activa presencia de la Asociación Civil Fomento por la Salud del Hospital José Irurzun.

FARO TURISTICO

Quequén no se detiene. Trabaja y se está convirtiendo en un faro para el turismo. Las edificaciones situadas frente a la playa son una muestra evidente que las arenas de la vecina ciudad se están transformando en un sitio de crecimiento y de recreo permanente, que no sólo huele a verano, sino que registra presencia y vida comunitaria durante todo el resto del año.

Un renovado, pero siempre vigente debate sobre el mantenimiento de las calles de Quequén, desde las pavimentadas, hasta las entoscadas y las de tierra, interesa y mucho, pero no tan sólo para escuchar demandas y defensas de sectores comprendidos en la deliberación, sino que el asunto lleva a todos hacia el centro del quid: ¿quién pone la plata para llevar a cabo esta tarea?

Y es ahí donde se asienta la resolución, a la espera de que se plasme en un plan serio, riguroso y cumplible, para lo cual, mesa de por medio, aquellos sectores interesados en sus negocios y empresas sean los primeros inscriptos a la hora de abrir sus bolsillos.

La ancha ruta/avenida de Circunvalación cuyo mayor porcentaje físico se sitúa en Quequén está siendo reparada en sus losas, en un movimiento tercerizado con una empresa que está haciendo lo propio en uno de los accesos a Mar del Plata.

Pero Vialidad de la Provincia de Buenos Aires, encargada de este mantenimiento, es la que primero debe planificar y contar con partidas presupuestarias para tener esa vía en perfectas condiciones. Nada que no se sepa pero que requiere que desde todos los sectores se le peticione con razonabilidad y sin dudar de a quién o quienes son los responsables mayores del tema en cuestión. Sin tibiezas y sin mendigar lo que le corresponde a Quequén.

Imaginar servicios turísticos en la ribera quequenense, desde la zona portuaria -con la majestuosidad de la desembocadura, un área desconocida por propios y extraños-, donde se encuentran terrenos fiscales para la posible expansión interna de la actividad de Puerto Quequén, no es algo descabellado y se enmarca en esa hilera de sueños que pueden ser posibles, invitando a inversores a pensar en buenos negocios, en una articulación factible y que pone a prueba la cualidad de los actuales dirigentes que nos representan en la toma de decisiones.

Quequén y su gente están de cumpleaños, dispuestos a festejar el presente de 170 años. Parados en no olvidar ese pasado del que se aprende y del que se habla todos los días, y trazando los objetivos, el horizonte luminoso que se encadena con el desarrollo en paz, con trabajo, en el contexto de un armonioso y sostenido progreso.

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