Tras 24 años de estar en el aire, el programa de radio deja de emitirse. El caudal informativo se volcará en el portal www.vocesdenecochea y en redes sociales

Hace casi 24 años atrás comenzamos con Daniel González a conducir un programa matutino de radio que, con sus variantes de lugares y un par de toques sutiles al nombre propio del mismo, hoy se denomina Voces de la Ciudad. También tuvo el mote de Voces de la Mañana y Voces de Necochea en tiempos ya idos.
Y este miércoles 24 de diciembre de 2025 será el último programa de radio en el que estaremos en el aire.
En la actualidad se denomina Voces de la Ciudad. Es un magazine informativo matutino, en estos momentos de 7.30 a 10.30, o sea la primera mañana e inicio de la segunda mañana radial, pero hubo épocas en la que arrancábamos a las 6.30.
Los cambios de la gente, en sus usos y costumbres, mutan y se modifican, y uno está dispuesto a acompañar tales movidas, estando del otro lado del “éter” con una producción informativa que ha intentado tener rigurosidad y nivel de calidad. De allí a la rotación horaria variada que tuvo este magazine.

Fue mutando Voces, pero siempre por la mañana, arrancando con lo que -presunción al fin- pensamos estuvo y está destinado a ese público con ganas de escuchar radio que se levanta a trabajar o se despierta temprano, y especialmente prestar oído en cuanto a lo que pensamos y creemos que sabemos hacer: brindar noticias, novedades, apuntes, datos, opiniones, notas y entrevistas, en esencia ese importante cúmulo de circunstancias de lo que acontece en nuestras queridas ciudades de Necochea y Quequén.
Con la despedida de Voces de la Ciudad que tendrá lugar este venidero miércoles 24 de diciembre, a horas de la Nochebuena y de la Navidad 2025, estamos -en plural, claro está- cerrando una maravillosa y totalmente enriquecedora etapa de comunicación desde el famoso “éter” que significa la señal de la radio. Mención especial a la última FM en que hemos estado al aire, en este caso FM Free, 90.3.
Se bajará el telón de Voces de la Ciudad y no es algo coyuntural, sino que todo hace proyectar que será algo definitivo en esto de hacer un programa radial por la mañana.
Y es a partir de aquí, con la dispensa del caso, de que escribiré en primera persona.
En la primavera de 2021 -semanas previas al corralón y al corralito de De la Rúa-Cavallo-, el ya fallecido Daniel Ferrer me invitó a hacer un programa de radio temprano, dejando el vespertino que llevaba adelante en su emisora. Se llamaba Voces de la Tarde hasta que definitivamente nos instalados en la mañana, dado que producíamos tanto uno como el otro, lo que se dio por casi dos años.
Una locura de trabajo, pero que siempre sumó y valió en esta pasión por esta profesión de periodista. A no todos les gusta ni les interesa levantarse bien temprano, máxima cuando mi “gimnasia” en el periodismo -donde mejor me sentí- era esencial y proveniente de la actividad gráfica, con finales de labores nocturnas, sin mirar el reloj matutino.
Luego de pensarlo en aquella citada primavera de 2001 con Dany González dijimos que sí. Y el 2 de enero de 2002 -cuando en la ciudad no andaba ni el loro, dado el impacto político/económico/financiero/social nacional y local que se registró ese verano- nos pusimos en marcha.
Ya había tenido experiencia radial matutina en LU 13, redactando el Reporter Trece 1° y 2° edición, y los noticieros de cada media hora, además de ir y venir con los infaltables flashes surgidos de la cantera del servicio informativo de la emisora decana. Esta actividad tuvo su fin cuando me alejé de allí, en el invierno de 1990.
Todo eso último suscitado a partir del último año de la década del ’70 y buena parte de la del ’80.

Fue -reitero- hasta que emigré de LU 13 y, previo paso por otros lugares, me quedé donde me formaron como periodista y mucho más como hombre: Ecos Diarios, el diario local, con maestros que, con sus más y sus manos, me nutrieron en el alma y corazón de esta profesión. Casi dos décadas de estancia en este sitio fue un hito de total impacto en mi vida.
¿Diario o radio?
Son como dos damas de inocultable atracción: una de pelo rubio y de ojos celestes, y la otra morocha de ojos verdes. Caballero al fin, es difícil encontrar una respuesta.
La gráfica brinda precisión y tiempo, con la huella eterna de que queda impreso hasta el fin de los días, pero que se acompasa con un aroma -casi perfume- de que se está escribiendo la historia. Y la radio masifica, populariza, llega a lugares y a personas no identificadas, en un ida y vuelta con el presente que nos mantiene atentos y doblemente curiosos.
Pero siempre, en este caso particular, integro el club de que fui, soy y seré periodista, buscador de noticias, de hablar con todos los que me atienden, y de chequear la información, por más liviana o dura que sea. O sea, de la vieja escuela, donde el contenido es la pulpa, es la síntesis, lo es todo.
“Hoy conviven en el mismo escenario dos mundos muy distintos: el del periodismo profesional, el del oficio, el del trabajo artesanal de buscar, verificar, contextualizar y explicar”. (La inteligencia artificial me ayudó a redactar este y el siguiente párrafo).
“Y por otro lado se halla el mundo de las plataformas, donde cualquiera con un teléfono, una cuenta y un poco de repercusión puede transformarse, de un día para el otro, en “referencia informativa”.
No es una pelea entre viejos y jóvenes. No es un choque entre la gráfica y las redes.
La verdadera diferencia está en otra parte: está en el método, en la ética, en la responsabilidad.
El periodismo profesional no se mide por la cantidad de “me gusta”, sino por la calidad de la información. No trabaja para agradar: trabaja para contar lo que pasa, aunque incomode.
Tiene una disciplina: buscar dos, tres o más fuentes; interpretar los hechos; distinguir un dato de una opinión; jerarquizar lo importante; y, sobre todo, responder ante la sociedad si se equivoca.
En cambio, buena parte de lo que circula hoy no busca verdad: busca atención.
Y la atención se compra con velocidad, emoción, impacto y a veces, lamentablemente, con desinformación. Las plataformas son bienvenidas. Traen democratización, participación, nuevas voces y nuevos lenguajes.
Pero una plataforma no es una profesión. Un teléfono no reemplaza a la formación.
Un video viral no sustituye el trabajo de investigación.
En tiempos de ruido, de ansiedad informativa y de sobresaltos constantes, el periodismo profesional no desaparece: se vuelve más necesario que nunca. Porque cuando todo parece noticia, alguien tiene que garantizar qué cosa, de todo lo que se dice, realmente lo es.
El surgimiento de nuevas y modernas técnicas de comunicación son -para mí- sólo eso: herramientas que aceleran la oferta informativa, con los apurones que impone el frenético ritmo de esta moderna y tensa sociedad.
Luego de cerrar la etapa del matutino de Necochea -otoño de 1999-, apareció la primera invitación del “Negro” Ferrer de hacer radio por la tarde en un improvisado estudio montado en su casa, superando una instancia de salud delicada que me hizo alejarme del diario.
Tenía 38 años y tras la advertencia de mi querido amigo ya fallecido Carlos Fucile: “O dejas de trabajar como lo venís haciendo, y como lo haces en el diario, o te vas al tacho”. Y fue desde allí, en un breve lapso de descanso, que retomé el ritmo de radio por la tarde, en lo de Ferrer.
Han pasado desde que arranqué con esta apasionante profesión -agosto de 1979- más de 46 años ininterrumpidos.

A mediados de octubre pasado me jubilé, en un año 2025 que está a punto de finalizar en el que mi salud -como en otras ocasiones- volvió a encender el semáforo amarillo y casi en algún momento se puso en rojo.
Además de estar casado con una increíble mujer tengo una “pareja imaginaria” viviendo conmigo que me tiene agarrado del cuello y no me suelta tan fácil: el estrés.
Es algo que tienen todos los que viven esta profesión a fondo, sin mirar el reloj ni prestarle atención a cuestiones como el físico.
Mis 65 años me dicen que mi cuerpo ya no es el mismo de cuando me pasaba por ahí varios días casi sin dormir, pensando en mi trabajo, en ese dato colgado y sin confirmar, en tener una agenda de los temas que podrían ser de interés para los lectores u oyentes.
La recomendación médica de este 2025 es de reducir mis horas de trabajo, de no levantarme más a trabajar a las 6.30/6.45 hs casi todos los días, más la jubilación que creo empezará a correr el mes que viene.
Y el añadido de que tengo que cumplirle la palabra a la gente y amigos que me quieren y aprecian –“afloja. La vida es una sola; tenemos el boleto casi picado; anda largando”, es el puñado de consideraciones que resumen sus sugerencias/consejos/casi retos. Esas que han conformado esa masa crítica que me marcan el camino de que “hasta aquí llegué con la radio, haciendo la mañana”.
¿Dejaré la profesión?
Lo pensé y lo medité varias semanas, pero no, eso no sucederá. El fuego interior y mi curiosidad son parte de mi esencia, de mi forma de vivir, de respirar.
Junto a Dany González tenemos habilitada también una página en la web, www.vocesdenecochea.com.ar, a la cual le dedicaré de aquí en más mi tiempo de mediodía -me esperan caminatas y gimnasio por la mañana-, como así la tare, para seguir informando desde ese portal, con la complementariedad de las redes sociales que me tienen atrapado y cautivado, en línea con mi personalidad de estar siempre atento a lo que sucede.
Habrá horas y horas para pensar y reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos, mirando al detalle aquellas circunstancias públicas y privadas que sostienen la vida de nuestras comunidades.
Por ahí, quién te dice, hasta podría retornar -potencial- a redactar alguna columna de opinión política, algo que, con datos y criterios que de seguro florecerán, siempre me cautivó.
O sea que el periodista JG -mis siglas- seguirá vivo y activo, pero desde dicho portal, con la orquesta de apuntes y de novedades que hará de las suyas desde tales redes, haciendo que se potencie la información o lo que desee dar cuenta.
¿Continuaré llamando y consultando a todo el mundo que me quiera atender, preguntando y recopilando noticias? Y si, lo seguiré haciendo, pero ya no me tendré que levantar o despertar tan temprano, para beneficio de mi salud y algo de dedicación a mi familia, especialmente la que se merece y necesita mi señora Liliana, mi “valiente y aguerrida” compañera de la vida. Sumamos juntos casi 45 años de andar de la mano, sin soltarnos en ningún momento.
Las citadas redes -reitero- me han “dominado”, y he encontrado una manera nueva y actualizada tanto de informar como de comunicarme. Son herramientas modernas que hacen bien al muy extraño arte de conocer dónde está la noticia, cómo explicarla, de qué manera presentarla.
¿Y la radio? Se verá. El tiempo dirá.
Me gusta, me gusta mucho, pero de volver a hacer algo sería una propuesta vespertina, como un programa de vuelta de la jornada de tareas y de trabajo de la gente, pero no hay nada hablado ni es un tema que hoy me ocupe. Planes escritos en el aire que explican circunstancias que por ahí se dan o no. El destino lo dirá.
¿Me dejó de gustar conducir un programa de noticias matutino? Algo, consecuencia de un cuerpo que me está pasando factura, máxime cuando no supero las 5 horas de sueño por día, con un robo de esa media hora de siesta que trato de hacer, que por ahí sucede y otras veces -demasiadas- no se da.
¿Me estoy despidiendo de esta extraordinaria y exigente profesión?
No. Hay momentos en que te intoxica (¿o yo mismo me intoxico en atención a cómo la ejerzo y la llevo adelante?), pero cuando hay pasión en lo que uno hace no hay con qué darle. Las noticias están allí, frente a mí, siempre.
¿Hay público de radio que ya no te sigue?
Sí, puede ser.
Ya soy -reitero- una suerte de “dinosaurio” del periodismo local, que mira lo nuevo con la boca abierta, sorprendido y algo asustado por la cantidad, pero preocupado y algo crítico, por esos estilos que creo -es tan sólo una creencia- no expresarían el ADN, el latido de ese ilusorio corazón de nuestra sociedad. Es tan sólo una opinión de alguien que todos los días aprende algo nuevo.
En este cierre de otra etapa más -¿será la última y san se acabó la cosa?- deseo y me urge agradecer a quienes me han acompañado estos últimos años en el estudio de Voces de la Ciudad, con un equipamiento propio -estudio estructurado según los gustos de Dany y el mío-, y todo llevado a cabo en un sistema de autogestión que, como resumen, llega a la conclusión de estar satisfecho.
Creo haber cumplido cada mañana, con profesionalismo y proponiendo una agenda informativa lo más precisa posible. Es lo que me enseñaron los componentes de esa hilera de maestros a quienes respeté y recuerdo.
A esos oyentes anónimos asimismo va el agradecimiento, al igual que a los que te saludan, a los que te mantienen esa porción de “vanidad” activa, a los que no te quieren ni ver, a los que me bloquearon, a los que bloqueé, a los que me han insultado y me tienen una bronca increíble, a los que me han respetado y me tratan con respeto -como yo lo hago con ellos-, y a quienes han confiado en Voces de la Ciudad. A todos -y muchos más- les agradezco esa confianza de abrir la puerta a nuestra señal.
Otro tanto -gratitud a todos ellos- para los auspiciantes que se volcarán a apoyar lo que se fue dando estos numerosos años, indispensables para sostener en el tiempo este propósito de llevar una oferta privada de comunicación, con énfasis en la información.
Párrafo aparte para José Luis “Pepe” Cannatá, a quien agradeceré hasta el último de mis días la confianza y la dispensa por el lugar físico que ocupamos durante casi una década en este programa que se está despidiendo. Es la última morada que nos cobijó. A él y a sus hijos, y al personal de su empresa: agradecimiento eterno.
Voces de la Ciudad está bajando la persiana y apagando las luces del ilusorio escenario, desarmando su estructura.
La vida sigue. Las noticias están y estarán siempre ahí.
Es cuestión de que la salud se acomode -semanas estivales- y ese camino al futuro otoño e invierno de mi vida terrenal ojalá me encuentre siempre curioso, ocupado y preocupado por los acontecimientos de esta comunidad, la misma que me ha dado todo, demasiado, y a la que -creo- la escucho silenciosa, diciéndome que siga comprometido con ella, con sus risas, sus lágrimas, sus esfuerzos, sus objetivos, sus proyectos.


